lunes, 14 de marzo de 2016

Entrevista a José Antonio Lucero Martínez


Entrevistamos a José Antonio Lucero Martínez, profesor de Ciencias Sociales en ESO en Nuestra Señora Perpetuo Socorro (Salesianas de Rota).
Docente innovador, capaz de invertir sus clases para conseguir lo mejor de sus alumnos. Fomentar la motivación de los jóvenes con metodologías activas, es una de las claves para un aprendizaje adaptado a la educación del S.XXI

¿Si tuvieras que elegir un momento de tu vida profesional, con cuál te quedarías? Voy a quedarme con uno, a pesar de cuán difícil resulta, porque para un profesor son muchos los momentos emocionantes que guardamos en nuestra vida profesional. Ocurrió no hace mucho, si acaso un mes o mes y medio. Era viernes, un viernes largo en una clase aparentemente corriente. El grupo era uno de aquellos que, de cuando en cuando, suponen un reto mayor: activo, revoltoso, preguntón. Un grupo que no soporta una clase magistral. Soy profesor de este grupo desde el curso pasado y mentiría si dijera que no es aquel al que más tiempo le dedico. Desde este curso he probado con ellos una estrategia distinta hasta entonces, la metodología conocida como “clase invertida”, en la que, entre otras cosas, en clase no dejo ni un segundo de respiro a estos alumnos “revoltosos”. Preguntas, juegos, actividades grupales, etc. Aquel día del que hablaba, entré en clase con una propuesta que otra me habría hecho dudar: una actividad teatral. Si hablamos de una clase movida como esta, el preparar un teatro para realizar en clase podría suponer un gran reto para el profesor. Pero la “clase invertida” había logrado cambiar la manera en que estos alumnos respondían a este tipo de actividades. Les gustaba. Las valoraban y se implicaban. Dividí a la clase en grupos y, tras darles una pequeña propuesta de comienzo, bajamos al patio a que trabajasen con libertad. Era la primera vez que decidía romper los límites del aula con este grupo y no estaba seguro de si funcionaría. De hecho, cualquiera que los viese trabajar esta actividad teatral desde las ventanas de otras clases podría haber pensado precisamente esto: a simple vista se les veía jugar, corretear uno tras el otro, hacerse bromas. El jaleo era quizá ensordecedor. Pero a poco que te acercabas a cada uno de los grupos no tardabas en darte cuenta, sorpresivamente, de que entre ellos danzaban los contenidos teóricos de la asignatura, y que si se reían, jugaban y se gastaban bromas era debido al entusiasmo que a muchos de ellos les resultaba el convertirse en un señor feudal, o en un rey, o en un campesino medieval. Finalmente, llegó el momento de la representación y no dejaron de asombrarme. Sí, de repente eran señores feudales, reyes, campesinos, monjes. De pronto descubrí que algunos alumnos que no mostraban mucho interés por la clase se rebelaban ahora como excelentes actores. Y entre ellos fluía la historia, la cual llevaban a la práctica e interiorizaban. Pocas veces me habré emocionando en mi vida profesional como aquel viernes, viéndoles divertirse con la actividad y con la asignatura. Esta actividad habría sido impensable sólo un año antes, cuando sobre esta clase pesaba el estigma de ser “una clase difícil”. Sólo había que tocar las teclas adecuadas para hacer música de ellos, y en aquel momento comprendí la importancia de la diversión, de la sorpresa y de la emoción en la educación y en el aprendizaje de nuestros alumnos.


¿Qué es para ti la innovación educativa? Una necesidad. Suelo repetir entre quienes me preguntan sobre innovación pedagógica que yo acostumbro a ser bastante escéptico con aquellos profesores que suelen hablar de métodos revolucionarios. Creo que no debemos innovar dejándonos llevar por modas sino porque en nuestro grupo hay unas necesidades específicas que gracias a nuevas metodologías o nuevas tecnologías podemos cubrir. Si nos sumamos al carro de la innovación porque sí, probablemente acabaremos dándole una capa de barniz a nuestra clase, sin calar realmente en su día a día. Hablaríamos de inteligencias múltiples o rutinas de pensamiento o uso de las TIC sólo para contentar al inspector de turno. Porque un profesor que hace aprender a sus alumnos la lista de los reyes godos exponiéndola en un PowerPoint no es un profesor innovador. La innovación educativa debe llevarse a cabo para adaptarse a las necesidades, a las inquietudes, a las capacidades de tus alumnos. Y nunca al contrario. Innovar para adaptarse y no adaptarse a la innovación.


¿Utilizas metodologías innovadoras en el aula? ¿Cuáles? En la clase de Ciencias Sociales de 2º de ESO utilizo la metodología pedagógica conocida como “Flipped Classroom”, o “clase invertida”. Consiste en invertir cómo el alumno recibe la explicación en clase y trabaja en casa. Gracias al uso de recursos audiovisuales como vídeos, audios o presentaciones online, el alumno llegará a clase habiendo trabajado la explicación teórica de la clase, para llegar al aula y trabajar de forma activa y colaborativa sobre estos conceptos. El profesor pasa a convertirse en un mero expositor de contenidos a convertirse en un guía de aprendizaje, y el protagonismo del aula pasará al alumno. Me gusta que cuando mis alumnos comiencen una clase nunca sepan qué van a encontrarse, por lo que apuesto por una gran variedad de actividades que den respuesta, además, a las múltiples inteligencias que poseen: rutinas de pensamiento, actividades grupales, musicales, teatrales, etc. Todo ello tiene cabida en mis clases después de haberlas “invertido”.
Debido a que considero que las innovaciones deben hacerse siempre sin dar pasos en falso, sólo la estoy llevando a cabo en este nivel. Con el resto de clase suelo combinar el uso diario de metodologías activas con uso de las TIC en la explicación teórica, al menos mientras me mantengo a la espera de adaptar la “clase invertida” a estos grupos, lo cual realizaré en cursos próximos dados los resultados actuales.


¿Qué te ha llevado a apostar por el cambio educativo? La forma en que nuestros alumnos se entretienen, se relacionan y aprenden ya no es la misma que hace diez o quince años. Es por tanto por lo que considero que la educación de nuestros niños y jóvenes debe ir acorde siempre al tiempo en el que viven. La innovación educativa que he llevado a cabo responde, en parte, a esta necesidad. Basta con oírles hablar en el recreo sobre plataformas como YouTube para darnos cuenta de las infinitas posibilidades que Internet nos ofrece. La “clase invertida”, por ejemplo, lleva los contenidos de la asignatura a la plataforma que supone ya la base de su entretenimiento. No podemos pretender que nuestros alumnos, nativos digitales e hijos del siglo XXI, reciban una educación de tiza y libro, del siglo XIX.
Asimismo, las características propias del grupo con el que estoy llevando a cabo esta innovación me llevó a apostar por la innovación. Este grupo presentaba unas características que muchos profesores reconocerán. Hablamos de un grupo muy activo y participativo, que en muchas ocasiones degenera en revoltoso y disruptivo. Este era un grupo, además, que no soportaba una exposición teórica o clase magistral, y ello se convertía en una lucha entre profesor y alumnos. Por el contrario, este grupo sí respondía muy bien cuando se le animaba a trabajar, y en el estudio solía ser un grupo con buenos resultados. O lo que es lo mismo, el comportamiento en clase y los resultados finales de este grupo no se correspondían. ¿Qué solución creí encontrar? Pues la de darle la vuelta a todo aquello. Es entonces cuando pensé en la “clase invertida”, un método que respondía muy bien a las características de grupos como del que hablamos.


Elige una palabra, tu centro: ¿favorecedor o limitador? Favorecedor. Imparto clases en el colegio de las Salesianas de Rota. Antes de comenzar este curso le propuse al equipo directivo mi idea sobre esta innovación educativa que estaba pensando en implantar en este grupo. Desde el primer momento confiaron y me dieron libertad para innovar. Y sé que cualquier propuesta que otro compañero plantee será tomada en cuenta. Un centro favorecedor es clave para que un profesor innove.


¿Qué mejorarías de nuestro sistema educativo? Supongo que mejoraría la libertad y autonomía de los centros para adaptarse a las realidades de su alumnado. Asimismo, nuestro sistema educativo debería abordar algunas cuestiones pendientes: por ejemplo la formación continua del profesorado, clave para poder adaptarse a los tiempos; el desamparo que sufren aquellos alumnos a quienes el actual sistema educativo no da respuesta; la rigidez de un sistema que a veces no facilita la innovación; o un consenso político para crear un sistema educativo a veinte años vista, que sea inamovible y en el que no influyan cuestiones políticas. Según mi punto de vista, aún hay mucho camino por recorrer.

Si estuviera en tu mano cambiar algo en la educación actual, ¿qué cambiarías? Como expuse anteriormente, creo que la formación y el papel del profesor hoy en día necesita una renovación. Según he podido apreciar con respecto a las corrientes innovadoras actuales, un grandísimo número de profesores se siente desamparadado. No sabe cómo abordar las necesidades de los alumnos de hoy en día ni tampoco adaptarse a las nuevas metodologías que en la educación actual están apareciendo. La continua formación y renovación del docente es fundamental para que la brecha entre alumnos y profesores no sea cada vez mayor.


¿Has participado en algún proyecto que quieras destacar? En mi centro hemos realizado varios proyectos interdisciplinares entre las materias de Ciencias Naturales y Ciencias Sociales. Los alumnos deben entender que el conocimiento no es algo estanco, distinguido por materias, sino que existe una continua interdisciplinariedad. Además, a raíz de mi experiencia con la “clase invertida” he estado en contacto con muchos profesores que están llevando a cabo nuevas metodologías como esta y ya existen varios proyectos para crear lazos de unión entre profesores de España y Latinoamérica.


¿Qué características debe tener un líder educativo? Con la cantidad de recursos, metodologías y opciones que tenemos hoy en día para enseñar, el hecho de que un profesor se limite a impartir clase con una metodología monótona y clases magistrales es casi como un delito. Al igual que la forma en que nuestros alumnos aprenden, el papel del profesor también está en transición: ya no es sólo alguien que mete unos datos en la cabeza de nuestros jóvenes, sino alguien que debe inspirar.
Un líder educativo debe ser, ante todo, creativo, para adaptar su temario a las necesidades de sus alumnos y para hacer uso de una metodología activa y variada. Debe, por tanto, tener dominio sobre técnicas, métodos y recursos, por lo que debe leer y escuchar a otros colegas y estar siempre en continua formación. Debe saber llevar el temario a un terreno real, con ejemplos del día a día. Debe transmitir positivismo y empatía hacia sus alumnos. Debe, en definitiva, divertir, emocionar y sugerir, lograr aquello a lo que la educación aspira: desarrollar alumnos con curiosidad por aprender y no loros que repitan la lección y la olviden con igual rapidez.


Si tuvieras que crear un “club educativo” ¿a quién invitarías? A la gran cantidad de profesores que se han puesto en contacto conmigo para conocer mi experiencia con la “clase invertida”. Hay muchos de ellos que tienen predisposición pero que no saben cómo llevar a cabo una verdadera innovación pedagógica.






José Antonio Lucero Martínez



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