Entrevistamos a Óscar Casado Berrocal, maestro de Primaria en el Colegio Público Pablo Iglesias, coordinador de la asignatura de Innovación Docente, en el Máster de formación del profesorado de la Universidad Isabel I y además también imparte la formación del Programa "Contratos-Programa para la mejora del éxito escolar" que desarrolla la Consejería de Educación del Principado de Asturias y en el que coordinan el trabajo de más de 20 centros de toda la comunidad.
¿Si
tuvieras que elegir un momento de tu vida profesional, con cuál te quedarías? La verdad es que la suerte de trabajar con
niños es que son muchos los momentos y recuerdos inolvidables que te
proporcionan. Pero precisamente por ello, también es muy complicado elegir solo
uno. Por llevar la contraria me quedo con dos:
El primero es un compendio de momentos.
Aquellos que se producen justo después de haber organizado alguna actividad de
esas que hacen que se pongan muy nerviosos (el festival de navidad, un LipDub,
un FlashMob, una obra de teatro de sombras, etc.). Ese momento en que nos volvemos a reunir de nuevo en clase
después de que todo ha pasado me encanta. Como siempre sale bien, todos están
radiantes de felicidad. Ya sin nervios, comparten sus sensaciones y yo como
profe disfruto el momento.
El segundo también es un conjunto de
recuerdos en este caso vinculado con los niños y niñas a los que en su día di
clase y que se siguen acordando como si fuera ayer de las cosas que hice con
ellos. La sensación que me produce haberles dejado una huella tan positiva me
llega al alma y me hace sentir muy importante (al mismo tiempo que me hace ser
mucho más consciente de la gran responsabilidad que tenemos los maestros).
¿Qué es para ti la innovación educativa? Como este es un
tema que daría para escribir un libro (y de hecho, ya se han escrito muchos),
voy a intentar resumir mi respuesta en tres ideas:
a) La innovación tiene que ser necesaria:
está claro que la innovación se vincula con hacer las
cosas de manera diferente. Sin embargo, no vale de nada si los cambios que se
introducen no generan mejores resultados que lo que ya se hacía antes o solo
sirven para quedarnos como estábamos. Está muy bien cambiar, pero con sentido y
desde la responsabilidad. Así que no vale el innovar por innovar. Yo entiendo
la innovación como un proceso que se desarrolla cuando queremos mejorar algo
que no funciona (ya sea una actividad, un instrumento o todo un sistema educativo).
Pero si ya funciona, no creo que sea necesario buscar un problema donde no lo
hay. Es mejor seguir buscando y dedicar los esfuerzos a cosas realmente
necesarias. Pura pragmática.
b) La innovación debe ser
obligatoria: en nuestra profesión creo que tenemos que
ser innovadores por obligación. Los niños y niñas tienen derecho a que el profe
busque maneras de transmitir o generar conocimientos de manera atractiva y
diferente. Y eso solo se consigue atreviéndose a probar cosas nuevas (en
aquellos temas que haga falta, como decía antes).
c) La innovación tiene que partir
de la copia: considero que para ser innovador, primero
hay que copiar de los mejores. Nos han enseñado que copiar está mal, pero yo
estoy convencido de que es la mejor manera de aprender. No se puede pretender
ser creativo o innovador de la nada. Para empezar a generar ideas creativas,
antes tenemos que haber habituado a nuestro cerebro a pensar de manera
creativa: viendo cómo trabajan otras personas, leyendo experiencias innovadoras
que ya se han puesto en práctica, etc.
¿Utilizas
metodologías innovadoras en el aula? Claro, pero tengo que decir que en este caso
no lo hago por obligación sino porque de lo contrario me aburriría muchísimo. Y
aburrirse dando clase es un crimen porque es imposible que un profe que no
disfruta con su trabajo haga disfrutar a sus alumnos.
Así que siempre intento probar cosas nuevas.
Cuando una metodología me funciona la incorporo a mi “mochila de profe” y la
aplico de manera regular (adaptándome a cada caso particular, claro está): aprendizaje
basado en proyectos, rutinas de pensamiento visual, aprendizaje cooperativo, autorregulación,
etc.
Además, cada año trato de embarcarme en un
proyecto de gran envergadura. Me refiero a una gran unidad didáctica que sea
diferente a ninguna otra que haya hecho previamente. Esto me permite mantenerme
activo y no acomodarme en la rutina de mi zona de confort.
¿Qué te ha llevado a apostar por el cambio educativo? Lo cierto es que ha
sido una mezcla de puro egoísmo y coherencia profesional; me explico: como
decía anteriormente, las clases tradicionales me aburren solemnemente y nunca
he querido que mi trabajo se convierta en una carga. Por tanto en primer lugar,
lo que me impulsó a apostar por hacer las cosas de otra manera fue
sencillamente las ganas de divertirme en clase.
Por otro lado,
siempre tengo como guía fundamental la coherencia profesional. Y para ello
recurro a mis recuerdos de infancia y me pregunto: ¿qué sentido tendría seguir
haciendo lo mismo que hacían algunos de mis antiguos profesores conmigo si era
aburrido y muchas veces no funcionaba?
A este cambio
también contribuyó, como no podía ser de otra forma, la convicción de que
realmente se pueden hacer las cosas de otra manera (más divertida, más
motivante, más funcional) y se pueden obtener buenos resultados de aprendizaje.
Elige una palabra, tu centro: ¿favorecedor o
limitador? He tenido la suerte
(porque estoy convencido de que es una suerte) de pasar por muchos centros
educativos y he visto de todo. He trabajado en institutos y colegios que no
solo favorecen el cambio, sino que potencian la innovación y las ganas de
trabajar dando libertad a los profesores que quieren hacer experiencias que se
salen de lo habitual. Estos centros suelen estar dirigidos por personas que
saben que estas experiencias son las que realmente generan recuerdos
inolvidables en los alumnos.
Y al contrario,
también he trabajado en otros centros en los que la innovación se entiende como
algo que solo está en poder de algunos pocos y cuando intentas hacer algo fuera
de lo habitual enseguida hay que dar explicaciones para justificar el porqué de
la actividad. Mi experiencia me dice que esto no genera buen ambiente en los
centros y solo conduce a potenciar la mediocridad y las envidias entre
compañeros.
¿Qué mejorarías de nuestro sistema educativo? Bufff…. ¡Tantas
cosas! En primer lugar considero que el sistema de acceso a la función pública
debe estar mejor regulado, con un cuerpo de examinadores profesionales cuyas
funciones estén delimitadas y utilicen un mismo criterio para evaluar al
personal opositor. No podemos seguir más tiempo con un sistema que obliga a los
propios funcionarios docentes a ejercer esta labor, cuando muchos de ellos no
quieren hacerlo o directamente no están preparados.
Por otro lado me
gustaría que las áreas y asignaturas estuvieran menos compartimentalizadas. Nos
dicen que tenemos que trabajar por proyectos transversales, competenciales,
integrales, etc. y al mismo tiempo nos estructuran unos horarios muy rígidos
para cada área con un currículo cerrado. Nos acostumbran a ser individuales y
es una pena.
También me
encantaría mejorar la participación de las familias en los centros educativos.
Pero más allá de los órganos de gobierno (como el Consejo Escolar, etc.) lo que
me gustaría es que participaran directamente de la vida del centro, entrando en
las clases a ayudar a los profesores y a los alumnos. Creo sinceramente que en este punto tenemos
más culpa los profes que las propias familias. Tenemos miedo a que vean cómo
trabajamos y eso no es bueno. Ya existen muchas experiencias (como los Grupos
interactivos de las Comunidades de Aprendizaje) que demuestran que es posible y
que de hecho, se genera un mejor ambiente y un mayor aprendizaje en el
centro.
Si estuviera en tu mano cambiar algo en la educación
actual, ¿qué cambiarías? Por supuesto haría
que la ley educativa fuera fruto del consenso entre los partidos políticos
porque esto aseguraría estabilidad. Y como consecuencia de ello, se generaría
una mayor implicación del profesorado y una mejor planificación de actividades,
proyectos, etc.
Además, esto permitiría
probablemente estructurar mejor los presupuestos que se dedican al ámbito
educativo asegurando una plantilla de profesores y maestros estable, no sujeta
a vaivenes políticos sino a necesidades reales de cada centro.
Finalmente,
modificaría en enfoque general basado en el aprendizaje memorístico de datos y
potenciaría verdaderamente el trabajo de las competencias clave. Este elemento
curricular apareció en 2006 con la LOE (hace ya diez años) y todavía no existe
una propuesta oficial desde el Ministerio que nos diga cómo tenemos que
programar y trabajar. Como consecuencia de ello, el enfoque sigue siendo
completamente disfuncional: los aprendizajes que realizan en la escuela los
alumnos no les sirven de nada en su vida cotidiana. Ah, pero eso sí, sacarán un
10 en la prueba final de Primaria o en la reválida de Secundaria…
¿Has participado en algún proyecto que quieras
destacar? Como decía antes,
cada año intento implicarme en alguna experiencia diferente. Este año, por
ejemplo, he trabajado con los niños y niñas de 5º de Primaria de mi centro el
tema de la guerra de Siria y la crisis de los refugiados.
Para ello, nos
hemos embarcado en un proyecto muy bonito que está formado por tres partes: en
primer lugar, una fase de aprendizaje en la que los niños han ido buscando
información, comparándola y contrastándola, haciendo resúmenes y mapas
conceptuales, etc.
En segundo lugar,
una fase de concienciación en la que decidieron compartir todo lo que habían
aprendido con sus compañeros de otras clases para lo cual organizamos varias
sesiones informativas en la que fueron exponiendo todo su trabajo.
Finalmente, una
fase solidaria, gracias a la cual nos hemos unido al proyecto de Maestros con los
niños de Siria a través del cual se recauda dinero mediante distintas
campañas benéficas de la Cruz Roja. En este
enlace hemos publicado una entrada en el blog que resumía la primera parte
del proyecto.
¿Qué características debe tener un líder educativo? Nunca me gustó la
definición de “líder” como alguien que actúa en solitario guiando a los demás.
Yo creo que en la escuela el concepto de líder debe ser mucho más compartido.
Para mí un líder
educativo es aquella persona que inspira a sus compañeros; que consigue hacer
que sean mejores profesionales de lo que son. Unas veces porque les da consejo
y otras porque les sirve como modelo a imitar. Y eso significa que cualquiera
podemos ser líderes para otros si nos lo proponemos.
Por eso yo nunca
asociaría el liderazgo con un situación de superioridad (derivada de un cargo o
función especial en el centro). Tampoco creo que tenga que ver con la edad ni
con la antigüedad en un centro. Es más una cuestión de actitud. Algunos lo
llevan en la sangre y les sale sin querer. Otros tienen que esforzarse algo
más, pero lo que está claro es que al final, los compañeros lo agradecen. ¡Hagamos
que nuestras escuelas se llenen de líderes educativos!
Si tuvieras que crear un “club educativo” ¿a quién
invitarías? Ya tengo la suerte de
pertenecer a un “club educativo”, el Grupo Actitudes, en el que nos hemos
encontrado un montón de profesionales de la docencia con las mismas ganas de
aprender y probar cosas nuevas que tengo yo. Creo que esto es algo fundamental,
porque los maestros tenemos que predicar con el ejemplo, y si decimos que los
niños pueden aprender unos de otros, también deberíamos hacerlo los docentes.
Si tuviera que
crear uno nuevo, sin lugar a dudas pondría como condición el sentido del humor
y las ganas de disfrutar dando clase. Conozco muchos maestros que disfrutan y hacen disfrutar y esos sería con los que me interesaría trabajar.
LipDub en el IES Vega de Argos
Óscar Casado Berrocal
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