viernes, 26 de febrero de 2016

Inteligencia Emocional

Han sido muchos los estudios desde distintos campos (filosofía, medicina, psicología…) que han incurrido en el complejo mundo interior del ser humano. Sin embargo, los avatares sociales y las situaciones históricas de cada momento demuestran que no siempre esa inquietud intelectual por el conocimiento personal e interpersonal haya transcendido a la cotidianidad y, por lo tanto, al mundo educativo.

En la última mitad de los años noventa, asistimos a una revolución emocional, que afecta a la psicología, a la educación y a la sociedad en general. Esta revolución viene avalada por manifestaciones como los numerosos estudios y publicaciones sobre las emociones, la implicación de la neurociencia en el estudio del cerebro emocional, la difusión de la obra de Daniel Goleman, la inteligencia emocional, aplicación de la misma a la educación, y a la toma de conciencia por parte de un sector cada vez mayor de educadores de cómo debe incidir todo esto en la práctica educativa. La sociedad “del primer mundo” tan avanzada, rápida y tecnológica, presenta una gran incidencia de problemas emocionales que llevan a depresiones, ansiedad, estrés, trastornos alimenticios, violencia, drogas… Todo esto expresa el analfabetismo emocional en el que muchas veces estamos inmersos.

Thorndike (1920) fue el primer autor que defendió una inteligencia distinta a la identificada con el CI (Coeficiente Intelectual). En su modelo de inteligencia incluía la habilidad de entender, manejar ideas y objetos concretos. La habilidad para comprender y dirigir a los hombres y mujeres en las relaciones humanas.

Fue en 1983, cuando Gardner publica “Frames of Mind” y reformula el concepto de inteligencia con la teoría de las Inteligencias Múltiples, cada una de ellas relativamente independientes de las otras, estas inteligencias son:

Inteligencia Lingüística, Inteligencia lógico-matemática, Inteligencia musical, Inteligencia quinestésica-corporal, Inteligencia espacial, Inteligencia intrapersonal e Inteligencia interpersonal. Estas dos últimas inteligencias tienen una mayor relación con la Inteligencia Emocional.



Desde estonces se han llevado a cabo distintos estudios y conceptos distintos y redefinidos sobre el concepto de las IE, podemos destacar autores como Mayer, Salovey y Caruso (2008). Goleman (1995) define la Inteligencia Emocional como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones que sostenemos con los demás y con nosotros mismos”. 

El punto de vista de Goleman (1995) probablemente sea el que se haya difundido más. 

Recogiendo las aportaciones de Salovey y Mayer (1990), considera que la inteligencia emocional es: 

1) Conocer las propias emociones: El principio de Sócrates «conócete a ti mismo» nos habla de esta pieza clave de la inteligencia emocional: tener conciencia de las propias emociones; reconocer un sentimiento en el momento en que ocurre. Una incapacidad en este sentido nos deja a merced de las emociones incontroladas. 

2) Manejar las emociones: La habilidad para manejar los propios sentimientos a fin de que se expresen de forma apropiada se fundamenta en la toma de conciencia de las propias emociones. La habilidad para suavizar expresiones de ira, furia o irritabilidad es fundamental en las relaciones interpersonales. 

3) Motivarse a sí mismo: Una emoción tiende a impulsar una acción. Por eso las emociones y la motivación están íntimamente interrelacionados. Encaminar las emociones, y la motivación consecuente, hacia el logro de objetivos es esencial para prestar atención, automotivarse, manejarse y realizar actividades creativas. El autocontrol emocional conlleva a demorar gratificaciones y dominar la impulsividad, lo cual suele estar presente en el logro de muchos objetivos. Las personas que poseen estas habilidades tienden a ser más productivas y efectivas en las actividades que emprenden. 

4) Reconocer las emociones de los demás: El don de gentes fundamental es la empatía, la cual se basa en el conocimiento de las propias emociones. La empatía es el fundamento del altruismo. Las personas empáticas sintonizan mejor con las sutiles señales que indican lo que los demás necesitan o desean. Esto las hace apropiadas para las profesiones de la ayuda y servicios en sentido amplio (profesores, orientadores, pedagogos, psicólogos, psicopedagogos, médicos, abogados, expertos en ventas, etc.). 

5) Establecer relaciones: El arte de establecer buenas relaciones con los demás es, en gran medida, la habilidad de manejar sus emociones. La competencia social y las habilidades que conlleva son la base del liderazgo, popularidad y eficiencia interpersonal. Las personas que dominan estas habilidades sociales son capaces de interactuar de forma suave y efectiva con los demás”.


En nuestra realidad educativa se tienen que adquirir las competencias específicas que nos permita realizar adecuadamente la función profesional así como desarrollar la inteligencia emocional. Es necesario comprender el desarrollo emocional durante la edad escolar así como las interacciones que se producen entre ambos.






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