domingo, 7 de febrero de 2016

¿Deben ser las escuelas centros emocionalmente inteligentes?


  • ANTECEDENTES  PREVIOS:

No cabe duda de que la actual visión que se tiene sobre la Inteligencia dista mucho de la que se tenía décadas atrás. El efecto causado por el gran Howard Gadner (1983) y su Teoría sobre las Inteligencias Múltiples no ha dejado a nadie indiferente,  podríamos atrevernos a decir que ha generado “una moda“ y en consecuencia, un antes y un después en cuanto al modelo educativo que se persigue.

Dicha afirmación no sólo viene justificada por la cantidad de referencias que a él se le atribuyen, sino también por el interés que provoca y por su inminente inclusión en infinidad de programas del formación de profesorado y proyectos curriculares de muchos de los centros denominados “innovadores“. 

        La visión que describe el conjunto de inteligencias (Gadner, 1983),  propone completar las dos más clásicas de la educación arraigada (lingüística y lógico-matemática) con otras siete: espacial, intrapersonal, corporal-kinestésica, musical, interpersonal, existencial y natural, y pone en relieve que hay muchas maneras de aprender, y por el mismo motivo, muchas maneras de enseñar.

 Hasta lo aquí expuesto hemos de añadir, y siendo el cometido del presente artículo,  que la Inteligencia Emocional a día de hoy, es considerada como una inteligencia más dada la influencia que ésta ejerce sobre el aprendizaje.

 Neurológicamente podemos afirmar que el aprendizaje y los posibles problemas en el mismo, giran en torno a un trípode constituido por: Desarrollo Motor, Educación Emocional y Organización Neurológico (Povedano 1997). Y que como bien señala dicha autora, experta en psicología clínica, si no detectamos un problema en nuestra “pata derecha“ (hemisferio derecho, encargado de lo lingüístico, lo matemático) podemos tenerlo en nuestra “pata azul“ (hemisferio izquierdo, encargado de lo emocional) y viceversa.


            A partir de aquí, y sabiendo que en el cerebro está todo lo que somos, no solo lo cognitivo, y que las áreas frontales del mismo son  las que se dedican a las emociones, parece interesante y oportuno que la forma de trabajar sea organizada y holística.

·             ALGUNOS EJEMPLOS

         En el programa Redes 130: Aprender a gestionar las emociones”, Eduard Punset, 1936 se entrevista  a grandes psicólogos que ponen de manifiesto y nos dan algunas de las claves de lo aprendido en los últimos años para encarar el gran desafío de difundir el aprendizaje social y emocional en todos los ámbitos de la sociedad, en especial en el de la escuela que es nuestro cometido. 



Daniel Goleman 1946 autor del famoso libro Emotional Intelligence, 1995, nos dice que todo ser humano es capaz de gestionar sus propias emociones y además tenemos la gran labor de enseñar hábitos sociales y emocionales a los niños para que sean mejores estudiantes. Cuando un niño es capaz de controlar sus emociones es capaz de aprender mejor y para ello tenemos que enseñarles a concentrarse, será más fácil si lo hacemos con la práctica del Mindfulness.







Matthieu Ricard 1946, nos pone de manifiesto que unos de los grandes objetivos de los docentes y padres, es que nuestros alumnos sean niños felices, personas buenas, equilibradas y para ello necesitan mejorar  su atención, necesitan entrenar a estos niños a tener mentes calmadas, a concentrarse en la respiración, es una buena forma de entrenar la mente para conseguir el objetivo.















Jay Belsky, “A edades tempranas, la recompensa funciona mejor que el castigo” nos dice con sus investigaciones, que las guarderías a una temprana edad y durante mucho tiempo al día no son buenas, su cuidado infantil en guarderías con estas características, provoca que estos niños cuando sean mayores sean más agresivos. También le da mucha importancia al papel del padre, de su presencia; uno de estos motivos es por lo que las chicas maduran antes, sienten la necesidad de conocer.





Vivette Glover 1942, nos dice que la educación emocional empieza en el útero materno, muchos factores ambientales afectan al desarrollo de los niños. Muchas veces, durante el embarazo, hay mucha fijación en la salud física de la madre pero también es importante su salud emocional.







Lawrence Parsons, nos hace la siguiente pregunta, ¿podemos aprender a entrenar las emociones? La respuesta es clara, sí que podemos entrenar las emociones pero eso depende de la importancia que le de cada persona.












Para terminar, Elsa Punset nos explica que todos nacemos con pasión por vivir, todos somos seres humanos que nacemos con amor y curiosdad por todas las cosas. Son los cinco primero años de vida donde el ser humano contempla una vida entera. Nos tenemos que sentir seguros de nosotros mismos y florecer si atendemos a nuestras emociones. Todos partimos de un sobresaliente, debemos enamorarnos de esa persona sobresaliente creando entornos positivos. 





·           

  CONCLUSIONES

        En  nuestra educación apostamos por un cambio metodológico, prácticas innovadoras, metodologías inclusivas, inteligencias múltiples… que la escuela actual, “la escuela del S.XXI”, requiere. Estos cambios no solo se refieren al  ámbito académico sino también al ámbito conductual-emocional.

Nos encontramos con un significativo número de alumn@s que estando  en etapas de pleno desarrollo emocional, se encuentran inmersos en el seno de una familia a veces desestructuradas, o en otros casos atravesando problemas de diversa índole que les afecta directa e indirectamente.

Por diversos motivos, son niños/as que involuntariamente se desarrollan en un clima de conflictos y que en la mayoría de las ocasiones,  no reciben la atención o respuesta educativa necesaria. Muchas veces por pasar inadvertidos, falta de recursos o simplemente no saber diseñar un programa que los detecte y los trate.

Todo ello y otros aspectos son los que nos hacen preguntarnos si nuestros centros deben ser centros emocionalmente inteligente y en nuestra opinión y en nuestra situación actual, la respuesta es indudablemente si.

Del mismo modo, consideremos que ésto empieza por nosotros mismos, profesores capaces de gestionar nuestras propias emociones, y de transmitirlas a nuestro alumnado.



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