En el 2014 la Asociación
Americana de Psiquitría eliminó el síndrome de Asperger como un diagnóstico
independiente de su manual de diagnóstico DSM-V y lo incluyó dentro del
“trastorno del espectro autista”. Los profesionales de la educación, sin
embargo, los seguimos teniendo en nuestras aulas.
Un poco de historia
Un poco de historia
Hans Asperger fue un psiquiatra francés que nombró a este síndrome como "psicopatía autística" en 1943, un año después de que Kanner describiera el autismo. Muchas de las características identificadas por el médico austríaco como centrales al transtorno y su variable manifestación sintomática en función de los rasgos de la personalidad del/a niño/a y las experiencias de aprendizaje a las que se le hubiera expuesto en el colegio y en el entorno familiar. No es hasta que Lorna Wing (1980) y Gillberg (1998) retoman el diagnóstico no se empieza a tener en cuenta para su uso clínico. Así, no es hasta 1994 cuando las clasificaciones CIE y DSM lo incluyen en el grupo de los trastornos generalizados del desarrollo.
¿En qué
debemos fijarnos?
Sabemos que los diagnósticos son realizados por los especialistas de la salud, pero la primera persona que detecta a un/a niño/a es el/la profesor/a dentro del aula. Para ello debe fijarse en las siguientes características:
Sabemos que los diagnósticos son realizados por los especialistas de la salud, pero la primera persona que detecta a un/a niño/a es el/la profesor/a dentro del aula. Para ello debe fijarse en las siguientes características:
●
Un
perfil atencional llamativo y desconcertante.
●
Presenta
serias dificultades en la atención sostenida
(prestar atención a una tarea) y en la atención
dividida (capacidad para ejecutar con éxito más de una acción, a la vez
que prestamos atención a dos o más canales de información).
●
Dificultades para inhibir los estímulos que no son relevantes.
●
Atención activa durante largos tiempos bajo su foco
de interés.
●
Prestan atención más de lo que parece.
● Rigidez mental y comprensión de las normas
(ellos no tiene inflexibilidad mental,
lo más sencillo no es evidente para ellos) y no comprenden el sentido real de
la norma.
●
Frustración.
●
Ansiedad.
Nuestra
experiencia
Cada año nos enfrentamos
a un nuevo curso. Ilusiones, entrega, proyectos, futuro… y te dicen: “en tu
clase hay un niño Asperger”. Así empieza mi experiencia en el aula.
Una de mis mejores experiencias, sin duda…
Lo inmediato que haces
cuando te plantean algo así, es buscar información y más información, pedir
ayuda, colaboración al orientador del centro y estrategias para poder empezar a
trabajar con él. Para ello leí, releí y volví a leer varias páginas web, pero
la que me sirvió de referencia fue: http://www.asperger.es/.
Lo primero que te
planteas es cómo “trabajar con él” y, con el paso de los días, te das cuenta
que lo que debes hacer es algo tan sencillo como “acercarte a él”. Es muy
importante crear un vínculo con ese niño, te tiene que ver como un ejemplo a
seguir, como alguien en quien él se puede ver reflejado y le dé seguridad y
confianza. Si esto no sucede, no va a dejar que le ayudes y lo vas a ver como
misión imposible, todo lo contrario a lo que pensabas cuando le vista por
primera vez la carita.
El primer trimestre lo
dediqué a intentar crear ese vínculo con él y dar confianza a su familia.
Pensaba que no iba a ser una tarea tan ardua y me iba a ser mucho más sencillo
acercarme; pero debo reconocer, que tras 18 años dedicada a la docencia, es la
primera vez que me costó tanto y tanto acercarme a un niño. Al principio
recuerdo que me veía como una amenaza, no es que solo no me mirara ni me dejara
tocarle, sino que cualquier palabra que salía de mi boca era mal recibida por
él. Esto cada vez me llenaba más de frustración y dolor, pero al mismo tiempo
me daba fuerzas para seguir inventando una y mil formas de acercarme a él.
Finalmente, y casi 6 meses después… ¡LO CONSEGUIMOS!, sí, digo lo conseguimos,
porque esto no era cosa mía sola, todos/as los/as compañeros/as que entraban en
mi clase, orientadora y familia empezamos remar a la vez y, por supuesto él, me
lo empezó a poner muy fácil.
A partir de ese momento,
todo empezó a fluir. Ya teníamos las bases, ahora tocaba construir el resto de
la casa. Tocaba avanzar con él desde otro punto de vista
Había muchos aspectos a
tener en cuenta:
A)
El trabajo autónomo: las explicaciones y las
órdenes dentro del aula no iban con él. Debía explicarle a él solo intentando
captar su atención. Antes de empezar una clase, él debía tener todo muy claro,
lo que se iba a hacer, cuándo, cómo y qué materiales íbamos a utilizar. Para
ello había que estructurarle la tarea con una lista de pasos.
B)
Trabajo en grupo o cooperativo: necesitaba su espacio y
su tiempo, le costaba mucho compartir
con los demás (dialogar, buscar soluciones conjuntas, reparto de tareas, llevar
a cabo un rol con sus compañeros de equipo…), por lo que establecí una serie de
roles (moderador, secretario, portavoz y coordinador) con las funciones bien
definidas. Todo ello por escrito y visible para todos los miembros.
C)
Exámenes: evidentemente modificados con preguntas cortas o de tipo
test sin alterar, evidentemente, las competencias básicas marcadas para el
curso y, en otros casos, con pruebas orales. Todo ello enmarcado en lo que se
conoce como una adaptación de acceso.
D)
Lenguaje: su lenguaje era rígido y literal, no entendía las bromas o
los dobles sentidos y tenía que llevar cuidado con lo que decía pues se lo
tomaba todo literal.
E) Planificación: Si teníamos programado
algo para una sesión, y nos salíamos de su rutina, se alteraba muchísimo, él
mismo reconocía ponerse nervioso, por lo que yo debía tener muy clara la tarea
del día y planificársela a él primero. Incluso, en ocasiones, consensuar con él
las actividades y los tiempos. Debemos anticipar la información a través de
apoyos visuales u organizadores gráficos (nos puede servir de ayuda esta página
http://arasaac.org/), agenda con las
actividades que va a realizar, donde, con quien y cuanto tiempo... El horario
por colores es una buena opción.
F) Tiempos: Este es otro tema, las
actividades y los tiempos de las mismas. Su capacidad era la misma que los
demás, pero es cierto que necesitaba su tiempo, por lo que la carga de tareas
se veía reducida a la de los compañeros, también a él se le ampliaban los
tiempos para presentar los trabajos, y además se le hizo una adaptación a las
pruebas escritas (más grandes, más claras y más espaciadas).
G) Atención: a estos
niños/as les cuesta muchísimo centrarse y mantener la atención, por lo que
debía planificarle los trabajos a corto plazo, y con descansos frecuentes.
Recuerdo que le gustaba muchísimo ser mi secretario, pues eso a la vez que le
hacía sentirse importante porque ayudaba a la maestra, le servía de descanso y
desconexión (cosas como ir a por fotocopias, repartir material, pedir algún
favor a un maestro/a de otra aula…)
H) Relación con los iguales: le gustaba tener amigos/as, pero no sabía cómo, y la manera de conseguir acercarse a sus iguales, la mayoría de las veces no era la más correcta (insultaba, pegaba, gritaba, hacía comentarios desafortunados. Es imprescindible trabajar con ellos las normas básicas de relación con los demás, como mirar a los ojos, no interrumpir, respetar el turno y respetar la opinión de los demás… Por otro lado, le costaba muchísimo tener empatía con el otro, por lo que se ponía muy nervioso cuando veía alguna injusticia y no entendía el por qué un niño lloraba, o se reía o simplemente estaba serio. Es muy importante trabajar con él el reconocimiento de las emociones propias, primero (con imágenes, vídeos, delante de un espejo…) para más tarde trabajar las emociones de los demás, fijándonos en las expresiones faciales, gestos, etc. Un material de trabajo muy interesante es el libro “En la Mente: un soporte gráfico para el entrenamiento de las habilidades pragmáticas” de Marc Monfort.
H) Relación con los iguales: le gustaba tener amigos/as, pero no sabía cómo, y la manera de conseguir acercarse a sus iguales, la mayoría de las veces no era la más correcta (insultaba, pegaba, gritaba, hacía comentarios desafortunados. Es imprescindible trabajar con ellos las normas básicas de relación con los demás, como mirar a los ojos, no interrumpir, respetar el turno y respetar la opinión de los demás… Por otro lado, le costaba muchísimo tener empatía con el otro, por lo que se ponía muy nervioso cuando veía alguna injusticia y no entendía el por qué un niño lloraba, o se reía o simplemente estaba serio. Es muy importante trabajar con él el reconocimiento de las emociones propias, primero (con imágenes, vídeos, delante de un espejo…) para más tarde trabajar las emociones de los demás, fijándonos en las expresiones faciales, gestos, etc. Un material de trabajo muy interesante es el libro “En la Mente: un soporte gráfico para el entrenamiento de las habilidades pragmáticas” de Marc Monfort.
Para saber
más…
Se puede
encontrar más información muy interesante y que nos ayudará en el aula y fuera
de la misma en la página oficial Federación Asperger España: www.asperger.es, en el blog
aulapropuestaeducativa.blogspot.com.es, un portal
que ofrece recursos gráficos y materiales para facilitar la comunicación de
aquellas personas con algún tipo de dificultad en esta área y, en esta misma
línea, una aplicación (e-Mintza) de descarga gratuita en este enlace: http://fundacionorange.es/emintza.html. Es un
programa de descarga gratuita que presenta un tablero de comunicación con
pictogramas o imágenes y sonidos asociados que permiten una comunicación
directa y sencilla. El tablero es fácilmente personalizable en cuanto a la
lengua utilizada, textos, imágenes, vídeos o sonidos, en función de las
necesidades del usuario, quien podrá interactuar preferentemente a través de
una pantalla táctil en un dispositivo tipo tablet, pero también a través del
ratón en el caso de una pantalla de ordenador no táctil.
Nieves Perlasia Riquelme
@nievesperlasia
Mª Fernanda García de la
Concepción @NandaGarcia12
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