Elisa es una maestra que apuesta por el cambio, una
maestra de corazón, nos deja un testimonio lleno de experiencias, pensamientos
e inquietudes, un testimonio para leer y releer...
¿Si tuvieras que elegir un momento de tu vida profesional, con cuál te quedarías? Tengo dos momentos que creo que jamás olvidaré y que han marcado tanto mi vida como mi carrera. El primero fue hace dos años cuando realicé un voluntariado en una escuela infantil en Nairobi, Kenya.

Esos niños y niñas han sido las personitas más felices que he conocido, con un gusto por aprender reflejado en sus habilidades y logros. La raíz de estos resultados era simple y conmovedora al mismo tiempo. En Nairobi al terminar la etapa infantil el gobierno realiza un examen para todos los alumnos, una especie de selectividad que divide a los niños y niñas, según sus resultados, en colegios catalogados de tipo ”A”, “B”, o “C”.
Tan duro como que si tu nota era
tan alta como para ir a un colegio tipo “A” tenías más posibilidades de seguir
vivo, pues el gobierno se hacía cargo de ti y tendrías comida, agua y atención medica. El medio para conseguir esto pasaba por las manos de las educadoras mas
talentosas que he conocido, centradas en enseñar de una manera o de otra según las
inclinaciones naturales de cada alumno, sin medios, no sin recursos. Fue la
primera vez que vi a Gardner y a sus inteligencias latiendo fuertemente en la
sabana. Despertó en mi una manera de ver
las cosas que aún me acompaña.
El segundo momento lo viví el año pasado en
mi colegio, lo que comenzó siendo un proyecto de un robot terminó siendo algo
increíble que fue cogiendo forma a medida que el proyecto avanzaba. Construimos
un robot pero tras mucho esfuerzo y trabajo no resultó lo que nuestros niños
esperaban, ya que ellos querían un robot con ” vida” , al final hicimos que ese
robot cobrara esa vida y cumplimos el sueño de una de nuestras alumnas de
llevarse el robot a casa, aún recuerdo cuando decidimos hacerlo y salir a la
calle en un barrio de exclusión social, con un robot andando de la mano de una
niña de tres años que vivía en la peor zona de la barriada. No sabíamos qué iba
a pasar, y lo que pasó nos sorprendió a mis compañeras y a mi , más que a los propios
vecinos ver un robot por la calle. Hubo mucha emoción, mucho cariño y muchísimo
agradecimiento por ambas partes. Ese día decidí no dejar nunca de soñar.
¿Qué te ha
llevado a apostar por el cambio educativo? Una vez leí algo que no he podido olvidar: “Los
problemas del mundo actual los hemos creado nosotros, pero los tendrán que
resolver las nuevas generaciones. Es imposible que lo consigan si lo que les
enseñamos es a proceder como nosotros lo hacíamos al crear dichos problemas”.
Tiao Rocha - antropólogo y docente.
Resume la necesidad de un cambio.
¿Qué
mejorarías de nuestro sistema educativo? Cambiaría el
proceso de selección de los docentes. También, que no sea obligatorio, un reciclaje
continuo es algo impensable en otras profesiones. Por último, el cambio
constante de leyes y el sistema de evaluación.
¿Has
participado en algún proyecto que quieras destacar? He
escrito un libro “Inteligencias múltiples en educación infantil” que
actualmente va por su tercera edición y que quedó finalista en los premios
Circulo Rojo en la categoría de docencia. Pero de lo que más orgullosa estoy es
de haber creado a “Los Cokitos” un método de lecto escritura basado en las
inteligencias múltiples.
¿Qué características debe tener un líder
educativo? Siguiendo
con el símil de la moda, creo que un líder educativo tiene que ser un
coolhunter (captador de tendencias), saber qué se lleva o se vive en la calle,
en la sociedad , en el momento, debe ser un camaleón para saber adaptarse, no
tiene que tener miedo de decir lo que piensa, tiene que arriesgar, tener empatía
para localizar las necesidades de los alumnos, las que vive la sociedad y ser un maestro transmitiendo estrategias a
los demás docentes, “saber enseñar como enseñar” y por supuesto no creo en ningún
líder educativo que no este a pie de aula.
Si tuvieras
que crear un “club educativo” ¿a quién invitarías?
A todos aquellos anónimos que hacen cosas
extraordinarias desde sus aulas.
Elisa Reyes Vargas
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