- ANTECEDENTES PREVIOS:
No cabe duda de que la actual visión que
se tiene sobre la Inteligencia dista mucho de la que se tenía décadas atrás. El
efecto causado por el gran Howard Gadner (1983) y su Teoría sobre las
Inteligencias Múltiples no ha dejado a nadie indiferente, podríamos atrevernos a decir que ha generado
“una moda“ y en consecuencia, un antes y un después en cuanto al modelo
educativo que se persigue.
Dicha afirmación no sólo viene
justificada por la cantidad de referencias que a él se le atribuyen, sino
también por el interés que provoca y por su inminente inclusión en infinidad de
programas del formación de profesorado y proyectos curriculares de muchos de
los centros denominados “innovadores“.
La
visión que describe el conjunto de inteligencias (Gadner, 1983), propone completar las dos más clásicas de la
educación arraigada (lingüística
y lógico-matemática) con otras siete: espacial, intrapersonal, corporal-kinestésica, musical, interpersonal,
existencial y natural, y pone en relieve que hay muchas maneras de aprender, y por el
mismo motivo, muchas maneras de enseñar.
Hasta lo aquí expuesto hemos de añadir,
y siendo el cometido del presente artículo,
que la Inteligencia Emocional
a día de hoy, es considerada como una inteligencia más dada la influencia que ésta
ejerce sobre el aprendizaje.
Neurológicamente
podemos afirmar que el aprendizaje y los posibles problemas en el mismo, giran
en torno a un trípode constituido por: Desarrollo Motor, Educación Emocional y Organización
Neurológico (Povedano 1997). Y que como bien señala dicha autora,
experta en psicología clínica, si no detectamos un problema en nuestra “pata derecha“ (hemisferio derecho,
encargado de lo lingüístico, lo matemático) podemos tenerlo en nuestra “pata
azul“ (hemisferio izquierdo, encargado de lo emocional) y viceversa.
A partir de aquí, y sabiendo que en el cerebro está todo lo que somos, no
solo lo cognitivo, y que las áreas frontales del mismo son las que se dedican a las emociones, parece
interesante y oportuno que la forma de trabajar sea organizada y holística.
·
ALGUNOS EJEMPLOS
En el programa Redes 130: “Aprender a gestionar las emociones”, Eduard Punset, 1936 se entrevista
a grandes psicólogos que ponen de manifiesto y nos dan algunas de las
claves de lo aprendido en los últimos años para encarar el gran desafío de difundir el aprendizaje social y emocional
en todos los ámbitos de la sociedad, en especial en el de la escuela que es
nuestro cometido.
Daniel Goleman 1946 autor del
famoso libro Emotional Intelligence, 1995, nos dice que todo ser humano es
capaz de gestionar sus propias emociones y además tenemos la gran labor de
enseñar hábitos sociales y emocionales a los niños para que sean mejores
estudiantes. Cuando un niño es capaz de controlar sus emociones es capaz de
aprender mejor y para ello tenemos que enseñarles a concentrarse, será más
fácil si lo hacemos con la práctica del Mindfulness.
Matthieu Ricard 1946, nos pone de manifiesto que unos de los grandes objetivos de
los docentes y padres, es que nuestros alumnos sean niños felices, personas
buenas, equilibradas y para ello necesitan mejorar su atención, necesitan
entrenar a estos niños a tener mentes calmadas, a concentrarse en la
respiración, es una buena forma de entrenar la mente para conseguir el objetivo.
Jay Belsky, “A edades tempranas,
la recompensa funciona mejor que el castigo” nos dice con sus
investigaciones, que las guarderías a una temprana edad y durante mucho tiempo
al día no son buenas, su cuidado infantil en guarderías con estas características,
provoca que estos niños cuando sean mayores sean más agresivos. También le da
mucha importancia al papel del padre, de su presencia; uno de estos motivos es
por lo que las chicas maduran antes, sienten la necesidad de conocer.
Vivette Glover 1942, nos dice que la educación emocional empieza en el
útero materno, muchos factores ambientales afectan al desarrollo de los niños.
Muchas veces, durante el embarazo, hay mucha fijación en la salud física de la
madre pero también es importante su salud emocional.
Lawrence Parsons, nos hace la siguiente pregunta, ¿podemos aprender a entrenar
las emociones? La respuesta es clara, sí que podemos entrenar las emociones
pero eso depende de la importancia que le de cada persona.
Para terminar, Elsa Punset nos explica
que todos nacemos con pasión por vivir, todos somos seres humanos que nacemos
con amor y curiosdad por todas las cosas. Son los cinco primero años de vida
donde el ser humano contempla una vida entera. Nos tenemos que sentir seguros
de nosotros mismos y florecer si atendemos a nuestras emociones. Todos partimos
de un sobresaliente, debemos enamorarnos de esa persona sobresaliente creando
entornos positivos.
·
CONCLUSIONES
En
nuestra educación apostamos por un cambio metodológico, prácticas
innovadoras, metodologías inclusivas, inteligencias múltiples… que la escuela
actual, “la escuela del S.XXI”, requiere. Estos cambios no solo se refieren al ámbito académico sino también al ámbito
conductual-emocional.
Nos encontramos con un significativo
número de alumn@s que estando en etapas
de pleno desarrollo emocional, se encuentran inmersos en el seno de una familia
a veces desestructuradas, o en otros casos atravesando problemas de diversa
índole que les afecta directa e indirectamente.
Por diversos motivos, son niños/as que involuntariamente
se desarrollan en un clima de conflictos y que en la mayoría de las ocasiones, no reciben la atención o respuesta educativa
necesaria. Muchas veces por pasar inadvertidos, falta de recursos o simplemente
no saber diseñar un programa que los detecte y los trate.
Todo ello y otros aspectos son los que
nos hacen preguntarnos si nuestros centros deben ser centros
emocionalmente inteligente y en nuestra opinión y en nuestra situación
actual, la respuesta es indudablemente si.
Del mismo modo, consideremos que ésto empieza por nosotros mismos, profesores capaces de
gestionar nuestras propias emociones, y de transmitirlas a nuestro alumnado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario