Entrevista a Toni Solano
Profesor de lengua y literatura en IES Bovalar
de Castellón de la Plana.
¿Si
tuvieras que elegir un momento de tu vida profesional, con cuál te quedarías?
Los momentos más emocionantes de
mi vida profesional están ligados al reconocimiento del trabajo en el aula,
sobre todo cuando llega directamente al alumnado. En varias ocasiones, han
venido periodistas al aula para entrevistar a mis alumnos sobre las tareas que
hemos publicado en las redes; esto les satisface de verdad y les hace sentir
que sus trabajos de clase valen la pena, lo que también me llena de orgullo
profesional. De entre todos esos instantes, escogería, sin embargo, la ocasión
en que unas alumnas de PCPI habían trabajado sobre una de las historias de
nuestro exilio. Investigaban acerca de los supervivientes del buque Stanbrook y
elaboraron un diario ficticio de una de sus protagonistas. Cuando acabamos
aquella tarea, a través de las redes, contactamos con la verdadera
protagonista, Helia González, que agradeció efusivamente que mantuviésemos viva
la memoria histórica entre los jóvenes. Fue realmente emotivo para todos (http://www.repasodelengua.com/2014/07/dotando-de-sentido-la-sinrazon.html).
La innovación
educativa es anticiparse a las necesidades inmediatas de nuestro alumnado. Nos
resulta imposible atisbar el futuro, pero tenemos un presente que crece ante
nuestros ojos. Si resulta triste no dar respuesta a lo que necesitan hoy
nuestros alumnos, más descorazonador es comprobar que los estamos educando para
un modelo caduco e inexistente. La innovación educativa debería partir de
algunas premisas esenciales:
a) La información
circula hoy en un flujo intenso e inabarcable, de modo que la educación nunca
puede sustentarse en la acumulación de datos
b) La conectividad
de espacios reales y virtuales construye ya un universo continuo y sin límites,
por lo que la Escuela no puede alzarse como un bastión aislado de las redes
prohibiendo y restringiendo esa interconexión. Ir a la Escuela no debería
convertirse para los chavales en un viaje al pasado.
c) Las aulas
deberían ser un lugar de trabajo en el que docentes y alumnado trabajan,
indagan, experimentan, aciertan y se equivocan juntos; dejar para casa lo que
debe hacerse en el aula no tiene ya ningún sentido.
d) La Escuela como
lugar de aprendizaje del siglo XXI necesita un modelo educativo legal y
pedagógico estable a largo plazo, pero lo suficientemente flexible como para
que se desarrollen metodologías activas en continua revisión: una escuela
siempre en versión beta.
¿Utilizas metodologías innovadoras en el aula?
No sé si mis propuestas didácticas son
innovadoras o no, pero tiendo a plantear mi programación con el horizonte de
las premisas que he señalado arriba. Procuro que se trabaje en el aula con
herramientas actuales, bajo proyectos colaborativos, siempre conectados en red
y con un enfoque comunicativo contextualizado en la realidad de mi alumnado. No
creo en la innovación basada en el hardware, ni en la acumulación de
aplicaciones o recursos digitales. Tiendo a la sencillez de herramientas como
Blogger o Google Drive que me permiten el trabajo colaborativo y la difusión de
tareas. En ese sentido, mi innovación consiste en generar tareas motivadoras
distintas cada curso. A veces lo consigo.
¿Qué te ha llevado a apostar por el cambio
educativo?
Cuando llegué a mi
centro hace unos diez años, descubrí que había grupos que funcionaban bien con
los modelos educativos tradicionales, pero que otros grupos acumulaban un
porcentaje inaceptable de fracaso escolar. Pensé que ese alumnado merecía mi
atención tanto como el resto y que sería una falta de responsabilidad
profesional no dar una respuesta adecuada para ellos. Ese cambio de perspectiva
me hizo ver que hay demasiadas malas prácticas docentes basadas simplemente en
usos y costumbres de otras épocas: exceso de tareas gramaticales mecánicas,
ejercicios ortográficos descontextualizados, ausencia de actividades de
expresión oral, enfoques ineficaces a la hora de abordar la lectura en el aula,
etc. Vi que se seguía poniendo énfasis en aprendizajes obsoletos o desligados
de la vida real de nuestra época: un alumno podía pasar toda la ESO sin haber
escrito un trabajo a ordenador sin que el docente supervisase su escritura o la
búsqueda de información mientras lo hacía. Todo un sistema basado en dejar
fuera del aula la adquisición de competencias, mientras en clase el docente
explicaba o corregía, sin apenas retroalimentación o interacción. También me
sorprendió que de las aulas nunca trascendiera el trabajo que se hacía en
ellas. Era consciente de que muchos compañeros realizaban tareas interesantes,
pero nadie las compartía. Para mí, la difusión del trabajo de aula es un
elemento fundamental en la mejora metodológica.
Elige una palabra, tu centro: ¿favorecedor o
limitador?
A pesar de que nos
ha tocado vivir unos años muy duros, con recortes que han perjudicado mucho a
nuestro alumnado, creo que mi centro ha sido favorecedor de buenas prácticas
ligadas a las TIC y al cambio metodológico. En el claustro hay varios docentes
que trabajan por proyectos, que elaboran portafolios con sus alumnos o que usan
las TIC como elemento de mejora en sus clases. Aunque defiendo que el cambio
metodológico debe llegar desde la base, a partir de una actitud individual
proclive a la reflexión y mejora, el empuje de los equipos directivos y de la
administración educativa supone también una ayuda necesaria. Convendría que las
respectivas inspecciones educativas tomasen nota de los retos que exige educar
en el siglo XXI y que facilitasen la labor de quienes están dispuestos a tirar
hacia adelante.
¿Qué mejorarías de nuestro sistema educativo?
A propósito de la
publicación del Libro Blanco de la Profesión Docente, de José Antonio
Marina, escribí un artículo en mi blog, “Del libro blanco a la realidad gris” (http://www.repasodelengua.com/2015/11/del-libro-blanco-la-realidad-gris.html),
en el que recorrí con cierto detalle los diversos elementos que habría que
revisar en el sistema educativo, desde la formación inicial del profesorado a
la implicación de las familias. Como docente, creo que el sistema actual
necesita urgentemente estabilidad, es decir, un marco legal duradero y con un
enfoque flexible que permita ajustes sin tener que derribar y empezar de cero.
Muchos docentes no confían en el cambio educativo porque están aburridos del
carrusel de leyes educativas que se sobreponen unas a otras a mitad de cuajar.
Por si fuera poco, esas leyes las redactan en muchos casos sin contar con
ellos, sin preguntar cuáles son los verdaderos problemas y retos de un aula real.
Por tanto, como mejora del sistema, consenso y diálogo.
Si estuviera en tu mano cambiar algo en la
educación actual, ¿qué cambiarías?
Tal y como están redactados los currículos
muchos docentes creen que su obligación es “transmitir” a sus alumnos todos los
contenidos que se recogen en la ley, sin tener en cuenta que sobre ellos se
prioriza la consecución de las competencias. Eso genera un erróneo
planteamiento que convierte al libro de texto (o las fotocopias que lo
sustituyen) en una “biblia docente” que hay que acabar al precio que sea. Por
tanto, eliminaría del currículo los bloques de contenidos y dejaría únicamente
las competencias desglosadas en criterios de evaluación claros.
¿Has participado en algún proyecto que quieras
destacar?
Me resulta muy
difícil elegir sólo uno de los proyectos, pues detrás de todos hay unas
vivencias de aula que me han emocionado.
La mayoría de ellos han sido proyectos colaborativos que me han aportado
mucho por el intercambio de ideas con otros docentes: “Callejeros Literarios”,
“Homenaje a Miguel Hernández”, “Un paseo con Antonio Machado”, “Piénsame el
amor y te comeré el corazón”, “El Quijote sincopado”, "El barco del
exilio" o “Quijote News”. Como ocurre con los hijos, es imposible señalar
al preferido.
¿Qué características debe tener un líder
educativo?
Personalmente,
agradezco que haya actualmente un interés mediático por la Educación y que
salgan a la luz docentes, como César Bona, que hacen visible el esfuerzo del
colectivo en estos tiempos complicados; es algo que merecemos después de haber
sufrido el descrédito de unos gestores educativos que nos hicieron aparecer
ante la opinión pública como un gremio elitista y corporativo. Sin embargo, no
acaba de gustarme del todo ese concepto de líder educativo. Creo que en
educación necesitamos, sobre todo, gente que comparta experiencias y que esté
dispuesta a dialogar y a cuestionarse sus propias prácticas docentes. Desconfío
de los líderes de salón y de algunas pedagogías que sólo funcionan en los
libros y en las citas grandilocuentes de Facebook. Llevo años impartiendo
cursos de formación del profesorado en los que suelo contar casi siempre lo
mismo, pero al final de mis charlas acabo enseñando los trabajos de aula de mi
alumnado. Eso es lo que cuenta para mí, compartir lo que hacen mis estudiantes.
Si tuvieras que crear un “club educativo” ¿a
quién invitarías?
Invitaría a muchos
profes que he ido encontrando por el camino, profes que están haciendo cosas
maravillosas en sus aulas pero que no se han atrevido todavía a contarlas.
Sería un club muy activo en las redes, donde aún necesitamos mostrar que la
Escuela está viva y que mira al futuro. Sería el club de los optimistas, de los
que vemos el vaso de la escuela medio lleno, frente a esa minoría que mira al
pasado con nostalgia. Educación se escribe con “e” de Esperanza.
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Toni Solano
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Me ha encantado la entrevista. La duda es...por que no creas ese club educativo de profes innovadores...hasta ahora silenciosos?
ResponderEliminarPara compartir experiencias en redes sociales. Una lista de Twitter e invitarles a unirse sería un inicio...
Muy buena tu entrevista, así como la ponencia que nos diste en el curso de formación de la función directiva. El mayor problema en mi centro es que, siendo un claustro de más de cien profesores, la inercia generada desde modelos educativos anteriores es muy difícil de reconducir. Aún así, ¡me apuntaría a esa lista!
ResponderEliminarGracias :)
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