Entrevista a Salvador Rodríguez
Asesor y formador pedagógico.
Cuando tienes la suerte de que tu profesión y tu vocación coinciden, es
muy difícil quedarte con un solo momento de tu vida profesional. Sin duda,
escogería cualquiera de esos momentos en los que se refleja la ilusión en la
cara de los alumnos (de cualquier edad y en cualquier circunstancia) cuando
disfrutan aprendiendo, cuando sienten que son partícipes de lo que sucede en el
aula.
Pero, después de casi 30 años dedicado al mundo de la educación en
ámbitos muy diversos, me quedo con los proyectos que aún están por venir.
Estamos viviendo un momento de cambio muy interesante en la manera de entender
la educación y estoy convencido de que lo que nos depara el futuro inmediato
será apasionante.
¿Qué es para ti la innovación educativa?
La innovación es un elemento
esencial de la educación. Constantemente hay que buscar la manera más adecuada
de dar respuesta a las necesidades cambiantes de los alumnos. Innovar no
significa hacer las cosas de otra manera porque sí, sino que tiene que ver con
una mejora de los procesos de enseñanza/aprendizaje. Hacer las cosas de manera
distinta sin que se produzca una mejora en el proceso, no es innovar.
Estoy convencido de que para innovar no siempre es
necesario, o no siempre es lo más efectivo, arrasar con todo lo existente y
construir algo radicalmente distinto. En general, los cambios son más eficaces
cuando se hacen partiendo de la base de lo existente, conservando los aspecto
positivos y cambiando aquellos que no funcionan.
¿Utilizas metodologías innovadoras en el aula?
En mis clases siempre he utilizado metodologías que requieren de la
participación activa de los alumnos. Mucho antes de que se pusiera de moda la
clase invertida o flipped classroom, hace unos 20 años, en la
universidad yo hacía que mis alumnos de Didáctica de la Educación Física
estudiaran por su cuenta los principales conceptos para poder hacer clases
prácticas aplicando lo que ya traían estudiado de casa.
Actualmente, en mis formaciones con docentes, no utilizo la clase
magistral sino que planteo las sesiones como guía para que sean los
participantes los que construyan su aprendizaje.
¿Qué te ha llevado a apostar por el cambio educativo?
La certeza de que el mundo
ha cambiado radicalmente en los últimos años y de que la educación que se
ofrece en nuestros centros apenas se ha modificado. La inquietud de que no
estamos dando a las nuevas generaciones las herramientas (conocimientos,
competencias, habilidades, destrezas...) que necesitan para tener una vida
plena en un mundo de incertidumbre. En definitiva, apuesto por el cambio
educativo, por la nueva educación, ante la evidencia de que no estamos
cumpliendo adecuadamente con nuestro cometido y ese es un lujo que la sociedad
no puede permitirse.
Elige una palabra, tu centro: ¿favorecedor o
limitador?
Actualmente no trabajo en
ningún centro fijo. Pero creo que no son las instituciones sino las personas
las que posibilitan que se favorezca el cambio de paradigma educativo. Conozco
casos de docentes, que a base de ir insistiendo, venciendo resistencias y
haciendo pedagogía de sus ideas innovadoras, han conseguido que centros educativos
con muy poca inclinación al cambio acaben siendo centros de referencia. Las
buenas prácticas educativas difícilmente se producen por decreto, son docentes
que aman su profesión los que las promueven.
¿Qué mejorarías de nuestro sistema educativo?
Dejaría de hacer reforma
tras reforma para abordar un cambio radical. Dejaría un poco de lado los
resultados de PISA para centrarnos, como han empezado a hacer en Finlandia, en
la alegría de aprender como motor del cambio educativo. Me fijaría más en el
proceso que en el resultado y procuraría personalizar los procesos de
enseñanza/aprendizaje más que en estandarizarlos.
Si estuviera en tu mano cambiar algo en la educación
actual, ¿qué cambiarías?
Sin duda alguna,
separaría la educación de la política. Dejaría las decisiones sobre los cambios
en el sistema educativo en manos de los profesionales que están día a día
trabajando desde cualquier ámbito de la educación y les quitaría esa potestad a
los políticos, cuyas decisiones buscan el provecho propio y no el bien común.
¿Qué características debe tener un líder educativo?
Un líder educativo tiene que
ser empático, seductor, buen comunicador, dialogante, entusiasta. En la
actualidad, hay grandes líderes educativos pero me gustaría destacar la figura
de César Bona, que gracias a la repercusión mediática que ha alcanzado se ha convertido en el altavoz de la nueva
educación.
Si tuvieras que crear un “club educativo” ¿a quién
invitarías?
A todo aquel que quiera
hacer de la educación una herramienta efectiva para que las nuevas generaciones
puedan vivir con plenitud en nuestra sociedad. Sería un club abierto a todo el
mundo.
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Salvador Rodríguez
El Blog de
salvaroj http://www.salvarojeducacion.com/
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